viernes, 20 de enero de 2017

POEMA DEL NIÑO PERDIDO

Te envío ese pequeño poema de un amigo mío, leonés ilustre. Es actual, porque vivimos un momento de odio, pena e incertidumbre. 
Los inocentes no tienen la culpa de las perrerías que hacemos los adultos,
 a los que nos pasarán la cuenta a su debido momento.
 Es difícil, además, mantenerse en el medio ideal, en la imparcialidad, 
como también es difícil hacer algo para evitar tanto dolor a esas pobres personas que, sin saberlo, incluso, llegan a camuflar a los canallas.
 Es difícil amar y saber amar. 
Sólo el Señor crucificado nos lo puede enseñar con maestría sublime,
 pero tenemos que acudir a su lado con humildad.
Un abrazo.


Madrid, una mañana de tantas, un niño falta al colegio,
Va por una calle, no sabe cuál, de un barrio cualquiera,
Se distrajo en el camino a la escuela quién sabe por qué,
Tras la angustia de perderse, asume que está perdido.
Su mirada es dócil, en la piel y en la suerte todo moreno,
Los niños rubios con ojos azules se pierden menos,
No es porque lleven brújula, GPS o tengan más amor,
Pero sí arraigo, más medios, contexto, vinculación.
Una mujer buena, de las que no tienen prisa, lo vio y consoló,
Llamó al ciento doce, un número más en el país del niño,
 Vinieron dos buenos policías, un hombre y una mujer,
Ella lo tomó de la mano y con cariño le preguntó su nombre.
“Jeremy”, respondió en voz baja, pero sin sollozar, entero.  
Lo oí con el corazón, no sé si por verlo perdido o tan atendido,
Porque el desvalimiento de la absoluta niñez trasciende el alma,
Y la solidaridad con amor nos alcanza, remueve y emociona.
El niño tenía unos ojos negros, grandes como la inocencia,
Como la esperanza trasmitida por sus padres sin él saberlo,
Se le veía sufrido,  curtido en la gran prueba inmigratoria,
 Tranquilo de la mano amiga, sin derramar una lágrima.
Puede que fuera algo genético heredado de padres y abuelos,
Cuando ellos secaron sus fuentes lagrimales al cruzar su mar.
Es triste ver un niño perdido, pero es más triste que no lo llore,
O no sentir adulta emoción al verlo tan entero y desvalido.
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Dedicado a cuantos quiero y sé que pueden llorar,
 porque en el anverso está la felicidad. 
Pero sobre todo a quienes ni saben ni pueden llorar.

Madrid, 16 de enero de 2017

Gracias Vicente Bayarri Tamarit por compartir este excelente poema de tu amigo,
mi humilde blog está a disposición de penas y alegrías de toda persona de bien, que quiera expresarse y si no que se obtengan.
Un abrazo para vos y Flia.

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