martes, 22 de enero de 2019

El amor crece cuando se reparte...

                           

En la vida ni se gana ni se pierde,
ni se fracasa ni se triunfa.
En la vida se aprende, se crece, se descubre;
se escribe, borra y reescribe;
se hila, se deshila y se vuelve a hilar.

El amor crece cuando se reparte... 
Las cosas más grandes y hermosas de la vida, crecen despacio y en silencio.


Se crece cuando uno acepta la realidad y posee suficiente aplomo y equilibrio para vivirla.
Se crece cuando uno mantiene un ideal, fortalece su voluntad y se apoya en su fe.
Se crece cuando uno asume su destino pero se empeña en trabajar para modificarlo si es necesario.
Se crece cuando uno admite su pasado, construye el presente y proyecta el futuro.
Se crece cuando uno se valora a sí mismo sin dejar de valorar a los demás.
Se crece cuando uno recorre la vida con la verdad, sin oscuros secretos y sin hipocresías ni falsedades.
Se crece cuando uno permite que su conciencia apruebe los dictados de su corazón y su mente.
Se crece cuando uno se siente feliz escuchando, ayudando o dando a los demás, sin esperar recompensa alguna, pero alegrándose al recibir algo por más pequeño que sea.
Se crece cuando uno no actúa cínica o cobardemente ni usa máscaras según las personas y es coherente en todas las circunstancias.
Se crece cuando uno experimenta que al abrir un surco de respeto y al echar en él semillas de bondad, se cosechan frutos de amor.
Se crece cuando uno aprende a pronunciar con sinceridad palabras como “gracias”, “me equivoqué”, “te necesito”, “perdón”, “tienes
razón” y “te amo”.
Se crece cuando uno puede enfrentar otoños e inviernos, aún perdiendo hojas o temblando de frío.
Se crece cuando uno frente a una mirada hostil o un gesto agresivo puede esbozar una sonrisa como respuesta.
Se crece cuando uno se libera de la pesada carga de rencores, de mentiras, de infidelidades, de soberbia y de egoísmos.
Se crece cuando uno se anima a volar alto como un águila, a sostenerse como un árbol o a iluminarse como una estrella.
Se crece cuando uno cree que es capaz de transformar deseos e ilusiones en realidades, sin permitir que se apague la llama de la esperanza.
Se crece cuando uno comprueba que el verdadero amor significa tolerar, ceder, sufrir, llorar y… aún renunciar.
Se crece cuando uno se da cuenta que sólo se puede dejar de crecer el último instante de su vida…

Permitámonos crecer, agradeciendo a DIOS todo los que nos da.

                              Gracias José Jaime Ronzón Contreras por compartir.
                              Un abrazo.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas gracias por visitar mi blog y dejar tu comentario!