Santa Teresa dijo que Dios le concedió el
don de desidentificarse de sí misma y poder ver las cosas desde fuera. Este es un gran don, pues el único obstáculo y raíz de todo
problema es el «yo». Desidentificarse significa no afectarnos por lo que
está ocurriendo — vivirlo como si le ocurriese a otro —, pues en cuanto
metes tu «yo» en cualquier persona, situación o cosa, prepárate a sufrir.
Vivir desidentificado es vivir sin apegos, olvidado del «ego», que es el
que genera egoísmo, deseo y celos, y por el cual entran todos los conflictos.
Otra cosa que nos muestra que estamos programados
es creer que cada uno está en posesión de la verdad. Cada religión cree
tener la verdad y ser la única, la exclusiva. ¿Porqué?. Temen perderla si
reconocen que puede haber verdad en cada una y en todas ellas. Si
viviésemos desidentificados de nuestras creencias, no te preocuparías por
lo que lleven de acertado o no. Las creencias pueden cambiar, lo
importante es lo esencial que descubres dentro de ti y te lleva a ir
buscando la verdad, y saber que es de todos.
Despertarse es despertar a la realidad de
que tú no eres el que crees ser.
Esto es la desidentificación. Sólo puedes conseguir
esto cuando seas capaz de atribuir tus tribulaciones a tu programación y
no a la realidad. Cuando uno se aflige, intenta cambiar la realidad para
ajustaría a su programación, pues cree que esa será la solución a su problema;
pero como no lo consigue, su frustración viene a sumarse a su aflicción y
el problema no se aclara.
Si el problema viene de tu programación, no se
puede cambiar la vida y a los demás, sino desprogramarte o ver, por lo
menos, claramente, de dónde viene el problema. Si tú cambias y te abres a
la realidad, verás cómo todo cambia a tu alrededor, pues era tu mente la
equivocada, y al cambiar tu mente y abrirse a la realidad, cambiará tu
manera de ver y de vivir llamando a cada cosa y situación por su
nombre.
Recuerda aquello de: «En vez de alfombrar todo el
mundo para que no tropieces, es más fácil que tú te calces unas
zapatillas». ¿Se consigue la felicidad en esta vida?. Cuando sueltes tus
alucinaciones, te darás cuenta de que la felicidad siempre estuvo en ti,
pero se metieron las exigencias por medio, la cultura, los deseos, los
miedos, con sus mecanismos de defensa, y la fueron ahogando. Darnos cuenta
de esto ya es dar un gran paso.
Una persona, con tantas exigencias y problemas, no
puede amar, ni encontrar la felicidad, porque ya tiene bastante con
defenderse de lo que cree que le está atacando. En ese estado, lo que
llamamos amor es egoísmo, amor a nuestro «ego», interés propio. Nos
sentimos tan mal y con tantos miedos, que sólo podemos mirarnos a nosotros
mismos, vigilándonos con recelo porque, en verdad, tampoco nos
amamos.
Amor es pura gratuidad, y nosotros nos ponemos
condiciones. Y si nos ponemos condiciones a nosotros mismos, ¿Cómo no
vamos a ponérselas a los demás?. Convertimos eso que llamamos amor en un
egoísmo refinado que utilizamos, o para darnos placer, o evitar
sensaciones desagradables, sensaciones de culpabilidad, o miedo al
rechazo. Para evitar esto, comerciamos con eso que llamamos «amor». Si
somos capaces de ver esto y llamar a las cosas por su propio nombre, ya es
ver claro.
Extracto del libro:
La Iluminación es la Espiritualidad
Anthony de Mello
Extraído de la red
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