https://www.youtube.com/watch?v=s7HZLJOIUzA&list=UUFhn-g7n_8eSOzraIuu9WNA
La mujer venezolana y del mundo:
Ellas inspiran canciones, son el brazo
que mueve la industria cosmética del mundo y el vientre que ha parido a siete
mil 100 millones de humanos en el planeta.
Aun así, mientras usted lee este artículo,
a 20 mujeres del mundo las están vulnerando —porque el promedio calculado por
la Organización Mundial de la Salud es de cuatro ataques a féminas por minuto—.
Y cuando hoy culmine su efeméride, 800 de ellas habrá muerto por causas
inherentes al momento del parto.
Como se ve, ser mujer no es nada fácil,
aunque puede ser divertido. Suelen transcurrir 10 años para que logre cumplir
un año más de vida. De ahí se desprende el adagio popular: “Su mejor década
está entre los 25 y los 26”.
Entenderlas siempre será un problema.
Intentarlo será el dolor de cabeza para todo hombre que logre resistir sus
ciclos hormonales, sus indecisiones, sus miedos, o las compras a gusto.
Las mujeres del mundo —tres mil 514
millones 500 mil almas, en total, según las cifras de 2013 de la Organización
de las Naciones Unidas y otros organismos—, representan el 49,5% de la
humanidad. La natalidad de varones se ha incrementado, lo que ha hecho que
ellos sean, por poco, el sexo mayoritario en el mundo: reúnen a tres mil 585
millones 500 mil almas.
Ese 49,5% de féminas mueve una
industria multimillonaria en la geografía mundial: la cosmética. Se asombrará
el lector al saber que este género consume en el planeta cuatro mil millones de
unidades de productos cada año. Negocio que mueve 800 millones de dólares cada
365 días, y que, en Latinoamérica creció 314% en la última década. Eso lo dice
un estudio de la Escuela de Administración de Empresas de España.
¿Coquetas? Sí. Porque una mujer,
durante toda su vida, llega a gastar la astronómica suma de 13 mil dólares solo
para comprar sus insumos de belleza en rostro y cuerpo. El cálculo fue medido
por la Asociación de Industria Cosmética Latinoamericana apoyada con la EAE
Business School, quienes se dieron cuenta que esa coquetería se traduce en
dinero.
“Las mujeres necesitamos la belleza
para que los hombres nos amen. Y de la estupidez para poderlos amar a ellos”,
dijo la diseñadora Coco Chanel.
Sin importar la razón, el fenómeno de
la coquetería en la mujer ha comenzado a medirse con precisión. Y se dieron
cuenta, además, en un estudio al que llamaron “Gasto en maquillaje en el
mundo”, que las mujeres brasileñas y venezolanas son las latinas que más gastan
en eso.
También, que las menos coquetas son las
guatemaltecas y bolivianas; que el 40% de las venezolanas usan base en la cara
como maquillaje; que las nicaragüenses y panameñas prefieren gastar más en el
cuidado de las uñas; y que las peruanas consumen más lápiz labial y sombras.
Definitivamente, una amenaza para el
bolsillo. Las nuestras invierten 160 dólares al año en pintarse, mientras que,
las cariocas son unas bárbaras al gastar 214. Aun así, a nivel mundial, son las
“gringas” las que ocupan el primer lugar en gastos de ese tipo, seguidas de las
brasileñas, luego las japonesas y, más atrás, las rusas.
Interesante es saber que la mujer,
estadísticamente, suele vivir más que el hombre. En nuestro país, su promedio
de vida es de 77,7 años, sobre el 71,7 en varones. Inexplicablemente, nuestras
mujeres están viviendo siete años más que hace tres décadas.
Muy curioso es notar que en Venezuela
están pariendo menos. Acá es preocupante el descenso acentuado que desnudan las
mediciones del Instituto Nacional de Estadística. Allí notaron que en 1950
parían un promedio de 6,4 hijos. Y ya para 2011 solo 2,4.
Al menos, todavía tenemos mejor
promedio que las europeas, donde la que más alumbramientos tiene calcula 2,07
hijos, y aventajamos a las alemanas quienes viven en el país de Europa donde menos
hijos se procrean (1,3).
Nuestra fecundidad va en picada, pese a
que es ejercida mayormente por féminas mayores de 15 años hasta los 29.
Eran las zulianas, mirandinas y
carabobeñas, quienes aporten la mayor cantidad de partos en el país; más varones
que hembras.
El retrato refleja que buena parte de
la población ya no quiere parir, pero, quiere trabajar. Al menos eso desprende
del informe mensual sobre la situación en la fuerza de trabajo venezolana, de
diciembre 2013.
Sobre la población económicamente
activa “por sexo”, los números dicen que hubo disminución de hombres trabajando
para la fecha, mientras se distinguió el ascenso de mujeres haciéndolo. 223 mil
721 hombres quedaron por fuera del ámbito laboral entonces, mientras que, se
sumaron 216 mil 372 mujeres. El dibujo de la estadística muestra que ellas se
mueven más laboralmente durante los dos últimos trimestres del año: cercano a
la Navidad. Pese a su esfuerzo, no son las mujeres el grueso de la fuerza
laboral de Venezuela, sino los hombres.
Quedarse en casa y depender de sus
parejas para subsistir ha desatado una subyugación del género masculino sobre
el femenino aquí y en el mundo.
Quizá, por eso, la violencia de género
se ha convertido en un dolor de cabeza que impulsó la creación de una
convención sobre sus derechos. Desde 1953 se redactaron los primeros acuerdos
internacionales que las protegían, con aval de la ONU.
Y después vino una avalancha de
organismos en cada país repletos de leyes para ampararlas, muchos de ellos con
letra muerta. ¿Por qué se dice esto? Porque todos los países de América Latina
ratificaron la convención sobre la eliminación de cualquier forma de
discriminación hacia ellas, pero, para tristeza nuestra, 10 de los 15 países
con mayor desigualdad de género están en Latinoamérica, según cita la ONU
Mujer.
Por eso, entristece el alma saber el
45% del sexo femenino en América Latina ha sido amenazado por su pareja o ex
pareja (cita la Cepal), que el año pasado en nuestra región 700 mujeres fueron
asesinadas, que en Latinoamérica es Bolivia donde más admiten haber sufrido
violencia, que en España mataron en un solo año a 15, y que la tercera parte de
las mujeres del mundo (según la Organización Mundial de la Salud) ha sufrido
algún tipo de violencia doméstica.
Todo eso sin contar el silencio y la
poca importancia al que son sometidas en países árabes.
¿Sufridas? Sí. Les ha tocado capear un
vendaval. Mas no se rinden.
En su intento por la lucha de sus derechos,
un tropel de mujeres ha ido a estudiar. Por eso, en Europa, 56 de cada 100 van
a la universidad (estadística de la Eurostat).
Ello no será garantía de trabajo, ni de
que les pagarán igual que a un hombre. Porque, sorprendentemente, en materia de
sueldos también sufren discriminación. En España un hombre puede ganar 15% más
que una mujer. Y en Alemania 23% más.
Considerando que ningún mar en calma ha
hecho experto a un marinero, ellas se adaptan y cruzan barreras.
Las más osadas dan un brinco en la
política. El año pasado el mundo tenía 23 presidentas —el 12% de los 193 países
integrantes de la ONU—. Y en Latinoamérica, el llamado sexo débil, gobernaba a
casi 250 millones de personas.
El patrón de su alma las resume como
princesas, que sueñan con un príncipe azul que las ame y valore. Y si el combo
trae una billetera gorda les sería perfecto. Para algunos podría sonar a
interés, pero, es una secuela del mero instinto de supervivencia ancestral. Así
que no es interés. Es instinto. William Shakespeare la resumió en una frase:
“Ella es un manjar digno de dioses, cuando no lo cocina el diablo”.
Saludos
Gracias Johnny Díaz Apitz por compartir tus bellos trabajos.
Un abrazo.
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