miércoles, 15 de octubre de 2014

Por Rolando Hanglin.

                                                                          


Todos nosotros, los que
hoy nos estamos convirtiendo en abuelos, hemos crecido en un
caldo de olores, melodías, nombres y colores que hicieron
la Argentina de los años 50, el antes y el
después.
Cualquiera sea
nuestra clase social, nuestro origen étnico y nuestras
señas particulares, todos sabemos de qué se trata cuando
mencionamos ciertas consignas: "Piluso y Coquito... la
Triple A... los Chalchaleros... Doña Petrona... El Padre
Gardella... Perón... Labruna... Me cortaron las piernas...
el Negro Galíndez... la bicicleta del Lobo Fischer... El
Negro Brizuela Méndez... Rayuela de Julio Cortázar... El
Muñeco Madurga... El Beto Alonso... Imagine de John
Lennon... los rompeportones... las figuritas Starosta... las
chicas que juegan al elástico... la licuadora IME... la
Lettera Olivetti... los chicos Double Bubble... el almirante
Rojas... Radio Carve de Montevideo... Balá, Marchesini y
Locatti... las medialunas en Atalaya..."
Cada una de estas
palabras nos trae imágenes de nuestra juventud.
Claro, después tuvimos
hijos a los que les ocultamos prolijamente todo lo que
acontecía a nuestro alrededor, del mismo modo que nuestros
bisabuelos prefirieron no explicar qué tal se estaba en la
tercera clase del barco que los trajo de Europa, y mucho
menos por qué se vinieron. Ellos corrieron un denso manto
de olvido sobre lo que pasaba en su patria.
Nosotros corrimos otro similar,
disimulando las alternativas de nuestra época joven.
Luego vinieron tres éxodos: el de 1976, en general
de origen político, el de 1984, debido a la inflación, y
el de 2001, causado por el corralito.
Al cabo de estas vicisitudes, nos encontramos con nuestros
nietos, que nos dejan completamente perplejos.
Son de otro planeta.
De otro milenio.
 No tienen nada que ver con el país de nuestra infancia.
Son mutantes.
 Los abuelos -todavía jóvenes, faltarían más-
nos encontramos en el partido de tenis o en la cola del banco
y contamos cosas asombrosas
sobre nuestros nietos.
 Lo decimos a veces con orgullo, otras
veces con vergüenza, siempre con asombro:

1."Mi nieto no sabe
hablar en castellano, porque mi hijo se fue a vivir al
Canadá francés, así que el pequeño Jean Pierre va al
colegio en francés y tiene que aprender
obligatoriamente inglés... ¿Para qué quiere más
idiomas?".
2."Mi nieto quiere ser chef".
3."Mi nieta quiere ser boxeadora".
4. Recibí un mail de mi nieto, dice que
se casa con una buena persona... no me aclara si es varón o
mujer".
5."Mi nieto es hincha del Manchester United".
6. "Mi nieta es musulmana, porque mi
hija se radicó en Barcelona y allí se juntó con Ahmed,
que es de Marruecos".
7."Mi nieto se pone la ropa de su
mamá, se disfraza de Madonna y baila por toda la casa".
8."Mi nieto me pidió una iguana para su cumpleaños".
9.”Mi nieta me mandó un CD, pero no sé cómo abrirlo".
10.”Hice un asado para mis nietos, pero
me dijeron que son ovo-lacto-vegetarianos".
11.”Le regalé una pelota de fútbol, pero prefiere jugar con la Wii¿?”
12."Mi nieta no come en la mesa, se
alimenta en su cuarto con caramelos y hamburguesas mientras chatea ".
13."Mi nieto vive aquí, en la
Argentina, pero habla de tú y de aparcar el carro o jalar
de la puerta, como en
la tele".
14."Mi nieta cultiva una huerta orgánica en el balcón: tiene puerros y marihuana".
Sin darnos cuenta, hemos entrado en otro
planeta. Perviven algunos hábitos de la prehistoria: por
ejemplo, concurrir personalmente a una cancha de fútbol
para mirar un partido, o inseminar personalmente a la mujer,
o aplaudir personalmente a figuras tan jurásicas como Paul
Mc Cartney.
Tal vez todo eso desaparezca en el
futuro, en la medida en que vamos desapareciendo
nosotros.
Y
nuestros nietos ya no sabrán qué significan ciertas
palabras, ni provocará ninguna emoción en su espíritu la
aparición de sonidos u olores:
Cabral, soldado heroico... matinée,
vermut y noche... Corrientes y Bouchard... los petiteros...
la mokini... el diávolo... John Wayne... Odol Pregunta...
las chatitas... los sweaters de Ban-lon... el jarrón de
Coppola... puntear y rasguear en la guitarra... el
Pelente... el rotaprint... el mimeógrafo... el Gran
Amadeo... Gonzalito y Alonso... el flaco Frondizi en su
departamento de la calle Berutti... Hay que pasar el
invierno... la pelea de Alberto Samid con Mauro Viale...
 el gran viaje de Gato y Mancha...
¡Ni hablemos de Jorge Newbery, el
Coronel "Toro" Villegas o la Mistinguette!
Somos prehistoria. Dinosaurios vivientes.
Sin embargo, les propongo reconfortarnos con una
frase original:
¡¡¡¡" VIEJO ES EL VIENTO Y TODAVÍA SOPLA"!!!!
Interesante verdad?
                                                                   
                                Gracias Alex Segal por compartir.
                                 Un abrazo.
                                                                                   
      

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