Soy Diana Carolina Hidalgo Echeverri.
Poeta. Partera de sueños.
Le debo y le agradezco
mi corazón al espíritu universal.
(En su poema BIOGRAFÍA)
La lectura de “POEMAS CON UN FONDO DE AGUA” sumerge nuestra lengua en la aspereza de la miel salvaje; impregna nuestra piel con el sudor terroso de los caminantes; nos trae a la memoria los insomnios de nuestra adolescencia y su anhelo de otra carne. También, y, ¿por qué no? invade nuestro olfato con el olor a sangre de la mujer que pare el fruto de su amor, en la oscuridad de un cuarto pobre. Carolina Hidalgo se aparta, en su escritura, de aquellos que han cantado los motivos “DE LA INMENSA MINORÍA.”
Haciendo uso de las palabras de Hermann Hesse:
La autora de POEMAS CON UN FONDO DE AGUA:
“escucha la sabiduría que la sangre dice en sus oídos.”
Carolina Hidalgo conoce la verdad enunciada por OSCAR WILDE, hace más de cien años:
“Siempre que una comunidad o una poderosa mayoría de ella.
Siempre que un gobierno, de la clase que sea, intenta
dictar a los artistas lo que tienen que hacer, el arte
desaparece por completo, toma una forma estereotipada
o degenera en una especie de oficio servil e innoble.
Trozos de su escritura nos recuerdan al poeta León Felipe (Su poema “VAMOS HACIA EL INFIERNO”), por el tono desafiante:
¡Aquí van cantos!
Rompiendo la placenta,
por vez primera,
de mujer que se parió a sí misma
en un lenguaje deseado.
“Si en algún momento tuvo hambre, pidió pan
y un libro”
(Federico García Lorca)
Ser poeta es convocar, con el poder de la palabra, la violencia de las olas; es escuchar el canto de la savia, en su ascenso tranquilo de la raíz al tallo; es poder transcribir, de una manera nueva, el reclamo del amor; es permitirse contemplar, arrojado sobre el suelo, la lucha de la hierba por penetrar la piedra. Es revivir el grito jubiloso del infante que encuentra un mundo nuevo en cada despertar.
La autora de POEMAS CON UN FONDO DE AGUA nos regala, en sus poemas, la dureza de sus imágenes, el sentido profundo de sus versos:
Al ojo del pavo real
triparte ciencias del espíritu.
Versos donde pintura y poesía se hacen hermanas:
La hortensia agasaja sus vestidos;
las palmeras verdean en la canícula,
y una ciudad de granos de azúcar,
se deshace sobre la mesa.
Carolina Hidalgo proclama los orígenes de su sentir poético en fuentes milenarias. Se nombra, en sus poemas, hija del universo. Hombres, mitos y mojones, son convocados en sus versos: Onetti, los héroes griegos, arlequines y santos; Sor Juana Inés y las madonas, las cartas de la baraja, diosas y emperatrices, lecturas del I Ching; Safo y Balzac; Alfonsina recibida, amorosamente, por las algas y los peces. A su lado, Cerati, luna y payasos; Isolda, junto a Adonis. Sangre y dolor en la hoja del cuchillo, en el encuentro de los sexos y en los pies inflamados de la bailarina; sangre diluida en el agua que lava la violación de la doncella. Samuel Becket, y después… la novela negra.
Hay entrega de sí, fe en la palabra, anhelo de romper caminos nuevos, ansiedad de sentir el golpe de la lluvia sobre la piel desnuda, esperanza de ver correr las aguas en el cauce de los arroyos muertos. La autora de estos versos no reclama para sí: el cielo protector, los mundos de cucaña, la torre de marfil.
En cuanto se refiere a su raíz biológica: su gracia juvenil de figura de Tanagra nos muestra sus orígenes. Todos los meridianos, todos los paralelos, vienen a confluir en la magia de su carne. Pájaros de origami, cansados de su vuelo, hallaron el reposo en el regazo de su abuela. Arcángeles con dos pares de alas iniciaron su viaje en las manos del abuelo. Aún les vemos volar, en lo alto de las cúpulas, en iglesias de pueblo. Este anciano pintor alentó, con su palabra, el genio de su nieta. La madre le ha entregado, como una bella herencia, su manera tranquila de estar entre los hombres.
La poética es una manera de actuar,
Una manera de estar en el mundo
y convivir con los seres y las cosas.
ALDO PELLEGRINI.
Ser poeta es consumirse en un fuego que se nutre de la propia carne. No existe mano amiga que pueda sostener a los poetas, montados a horcajadas en nubes y arco iris; buscadores de gemas en abismos insondables. No existe “ábrete sésamo” que les permita entrar, gratuitamente, en la vigilia creativa. Toda OBRA DE ARTE , del carácter que sea, se forja en el esfuerzo silencioso y cotidiano.
Amordazar la voz de Carolina Hidalgo; negarnos a escucharla; maltratarla con la indiferencia; obligarla a transitar senderos que no le pertenecen; pedirle que se pierda en la grisura de la sobrevivencia…
Sería pintar con sangre de lagarto la más preciosa flor, acallar el lamento de los ángeles caídos, degollar una paloma; sacrificar la palabra en el último de los altares.
hernandolopezyepes@hotmail.com
Gracias Hernando López Yepes por compartir.
Un abrazo.
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