https://www.youtube.com/watch?v=t8-fd5hy50A
Candidato
al Nobel de la Paz es hijo
de Luis Opeka y María Marolt, inmigrantes eslovenos que llegaron a la Argentina
en enero de 1948 escapando del régimen totalitario en Eslovenia de Tito.
De niño aprendió el oficio de albañil.
A los quince años de edad decidió ser un clérigo de la Iglesia Católica y entró a un seminario de la orden Lazarista.
Estudió en Lanús,
vivió en Ramos Mejía e hizo el noviciado en San
Miguel. Todas esas, ciudades de la provincia de Buenos Aires.
Cuando aún no tenía diecisiete
años construyó una casa en Junín de los Andes para una familia de indígenas mapuches.
A los veinte continuó su
formación, estudiando Filosofía y Teología, en Liubliana,
Eslovenia, y en Francia.
Dos años después viajó a Madagascar donde trabajó como
albañil en las parroquias lazaristas.
Finalizó
sus estudios en el Instituto Católico de París.
Se reunió con la Comunidad Taizé y viajó por toda Europa.
En septiembre de 1975 fue
ordenado sacerdote en la Basílica
de Nuestra Señora de Luján, y luego nombrado para
hacerse cargo de una iglesia en Vangaindrano,
en el sudeste de Madagascar.
En 1989 los superiores le nombraron director de un seminario en
la capital, Antananarivo.
El
Padre Pedro Opeka nació en el Partido de General San Martín
(Provincia de
Buenos Aires- Argentina) hace 67 años, pero cuando cumplió los 20 se fue a
vivir a Madagascar, uno de los países más pobres del planeta.
Volvió para
ordenarse sacerdote en la basílica de Luján y entendió que su lugar en el mundo
era con los humildes en esa isla de África.
Allí se instaló para siempre
y
rescató a más de medio millón de personas que vivían en la basura, creó pueblos
y colegios y hoy es considerado como el “Albañil de Dios”.
Este
año el Padre Pedro fue propuesto como candidato para al Premio Nobel de la Paz,
pero no se olvida de Argentina ni de los políticos: “Los planes sociales son lo
peor que se le puede hacer a un pobre.
El asistencialismo debe existir siempre
con trabajo.
El que no trabaja que no coma”.
Opeka
dice que todo poder viene del pueblo y que los políticos deben retribuir eso:
“Los gobernantes obtienen ese lugar gracias al pueblo, y todo poder que viene
del pueblo tiene que servir al pueblo.
No hay causa más noble que dar todo por
los pobres”.
Además, el sacerdote dice que en la Argentina hay miedo porque no
hay confianza: “Nadie confía en nadie hoy, y para romper ese estigma se
necesitan líderes, personas honestas que lo que dicen lo vivan”.
Gracias Eva Bianchi por compartir.Un abrazo.
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