Desde
la fundación de Apple en 1976, el genio de la informática Steve Jobs dedicaba
casi todo su tiempo al trabajo que le gustaba. Estuvo presente en cada reunión
de negocios y sólo se ausentó de este compromiso una vez en su vida. «Habría
que tener una razón muy fuerte», pensarás tú. ¿Cómo es posible que una persona
tan dedicada y responsable haya cambiado una junta por otra cosa?
Es bastante sencillo,
Jobs faltó a esa reunión para ir a la primera cita con una chica hermosa,
la
cual más adelante se convirtió en su esposa.
Un día Steve expuso en la universidad
su informe. En el auditorio estaba su futura esposa cuyo nombre era Laurene
Powell. La chica le gustó a Steve y decidió acercarse a ella después de su
discurso. Intercambiaron sus números de teléfono.
Steve no quería esperar mucho y aquel
mismo día invitó a la chica a cenar. Pero, como suele suceder, había un
obstáculo: una reunión de negocios previamente planeada.
Al subirse al auto, Steve se hizo una pregunta muy importante a sí
mismo: «¿Qué haría si fuera el último día de mi vida?». Después de cierta
consideración, regresó rápidamente a la universidad, encontró a Laurene y se la
llevó con él. A partir de ese momento nunca se separaron.
Entender que nada es eterno es de
sabios. Y si la persona se acuerda de esto, en su alma inmediatamente se
enciende la pasión, aparece el valor de tomar riesgos y se sumerge totalmente
en el juego al que solemos llamar vida.
¡Hazte esta pregunta más
seguido! Te ayudará a concentrarte en lo más importante en tu vida. ¡Hazlo
antes de que sea tarde!
Gracias Justo Díaz de Rábago Verdeguer por compartir.
Un saludo.
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