martes, 17 de febrero de 2015

Carlos Slim así comenzó su historia.

                                   
LOS SLIM HELÚ. Los seis hermanos en los años 40. Carlos Slim es el de la izquierda.
 (Foto: Cortesía)                                                    


El nombre de este hombre es conocido alrededor de mundo, es capaz de mover la agenda nacional 
con sólo abrir la boca, pero su sencillez es tal que, de no saberse su fortuna, podría pasar inadvertido.

SE HIZO UNA ESTRELLA

En 1902, Líbano se encontraba bajo el yugo del Imperio Otomano. Huyendo de éste y exiliado por su madre para evitar que se enlistara en el ejército, Julián Slim Haddad –padre de nuestra estrella– llegó a México cuando tenía 14 años.

Arribó al puerto de Veracruz y se trasladó a Tampico, donde ya se encontraban sus hermanos mayores (José, Elías, Carlos y Pedro; este último llegó a ser compadre de Emiliano Zapata). Al poco tiempo, los Slim Haddad se mudaron a la ciudad de México.
Dos años después, Julián y su hermano José fundaron el almacén de productos varios La Estrella de Oriente, en la calle Donceles, en el Centro Histórico, y una década más tarde, Julián le compró a José su parte del negocio, pues éste se regresó a vivir a Líbano. Para 1921, Julián no sólo había adquirido varias propiedades en la zona sino que logró conjuntar un importante capital para su familia.

Fue entonces cuando conoció a Linda Helú, nacida en Parral, Chihuahua, e hija de inmigrantes libaneses, con quien se casó en 1926, cuando él tenía 39 años. Cuatro años después el matrimonio tuvo a su primera hija, Nour, y a ésta le siguieron Alma, Julián, José, Carlos –quien vino al mundo el 28 de enero de 1940– y Linda.
 
                             

Julián Slim Haddad y Linda Helú de Slim, al centro de la foto, con sus seis hijos en la década de los cincuenta. (Foto: Cortesía)
Los Slim Helú vivían en una casa ubicada en Avenida México 51, en la colonia Condesa. El pequeño Carlos comenzó su trayectoria escolar en el kinder G.B. de Annes, que se encontraba a tan sólo dos cuadras de su domicilio y al cual lo llevaban caminando. Continuó ahí la primaria, en una clase de únicamente cinco alumnos. Pasaba su infancia al cuidado de su mamá y su nana Josefina.

Cuando rememora sus años de colegio, él mismo acepta que no era el más aplicado de la clase y que nunca fue presionado para ser niño de dieces, aunque tampoco era un mal estudiante. Recuerda también que le daban mucha flojera los lunes y que las escuelas a las que fue eran muy consentidoras. Llegó a estar en un medio internado en el que duró tan sólo ocho días porque le pidió a sus papás que lo regresaran a su anterior colegio. “Era horrorosa, estaba en Reforma, donde está el hotel María Isabel (Sheraton). Yo creo que mis papás eran muy buenos educadores, pues mi papá, aunque nació en el siglo XIXte, aceptó volverme a cambiar. Yo tenía siete años”.

A esa edad se cambió a Polanco, a la calle Calderón de la Barca –también en el 51– y para quinto año acudía al Alonso de la Vera Cruz, donde continuó la secundaria. “Era como de expulsados”, cuenta. Ahí destacaba en matemáticas y aritmética, mientras que el dibujo siempre fue su coco: “Sacaba seis y de casualidad; hasta la fecha soy malo para dibujar.”
                                                                               
                                                                              
                                          https://www.youtube.com/watch?v=iFVDW4gXin8     
                                                                               
                                Gracias José Luis Jiménez Poeta- México por compartir.
                                Un abrazo.
                                                                                     


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