AMAR A UN
SER HUMANO (Humberto Maturana)
Amar a un
ser humano es aceptar la oportunidad de conocerlo verdaderamente y disfrutar
de
la aventura de explorar y descubrir lo que guarda más allá de sus máscaras
y
sus defensas, contemplar con ternura
sus más profundos sentimientos, sus
temores, sus carencias, sus esperanzas y alegrías, su dolor y sus anhelos; es
comprender que detrás de su careta y su coraza, se encuentra un corazón
sensible y solitario, hambriento de una mano amiga, sediento de una sonrisa
sincera en la que pueda sentirse en casa;
es reconocer, con respetuosa compasión,
que la desarmonía y el caos en los que a veces vive,
son el producto de su
ignorancia y su inconsciencia, y darte cuenta que si genera desdichas
es porque
aún no ha aprendido a sembrar alegrías, y en ocasiones se siente tan vacío y
carente
de sentido, que no puede confiar ni en si mismo; es descubrir y honrar,
por encima de cualquier
apariencia, su verdadera identidad, y apreciar
honestamente su infinita grandeza como
una expresión única e irrepetible de la
Vida.
Amar a un
ser humano es brindarle la oportunidad de ser escuchado con profunda atención,
interés y respeto; aceptar su experiencia sin pretender modificarla sino
comprenderla;
ofrecerle un espacio en el que pueda descubrirse sin miedo a ser
calificado,
en el que sienta la confianza de abrirse sin ser forzado a revelar
aquello que considera privado;
es reconocer y mostrar que tiene el derecho
inalienable de elegir su propio camino,
aunque éste no coincida con el tuyo; es
permitirle descubrir su verdad interior por si mismo,
a su manera, apreciarlo
sin condiciones, sin juzgarlo ni reprobarlo,
sin pedirle que se amolde a tus
ideales, sin exigirle que actúe de acuerdo con tus expectativas;
es valorarlo
por ser quien es, no por como tu desearías que fuera;
es confiar en su
capacidad de aprender de sus errores y de levantarse de sus caídas más fuerte
y
más maduro, y comunicarle tu fe y confianza en su poder como ser humano.
Amar a un
ser humano es atreverte a mostrarte indefenso, sin poses ni caretas,
revelando
tu verdad desnuda, honesta y transparente; es descubrir frente al otro tus
propios sentimientos,
tus áreas vulnerables, permitirle que conozca al ser que
verdaderamente eres,
sin adoptar actitudes prefabricadas para causar una
impresión favorable; es exponer tus deseos
y necesidades, sin esperar que se
haga responsable de saciarlas; es expresar tus ideas sin pretender convencerlo
de que son correctas; es disfrutar del privilegio de ser tu mismo frente al
otro, sin pedirle reconocimiento alguno, y en esta forma, irte encontrando a ti
mismo en facetas
siempre nuevas y distintas; es ser veraz, y sin miedo ni
vergüenza, decirle con la mirada cristalina,
“este soy, en este momento de mi
vida, y esto que soy con gusto y libremente, contigo lo comparto…
si tú quieres
recibirlo”.
Amar a un
ser humano es disfrutar de la fortuna de poder comprometerte voluntariamente y
responder
en forma activa a su necesidad de desarrollo personal; es creer en él
cuando de si mismo duda,
contagiarle tu vitalidad y tu entusiasmo cuando está
por darse por vencido, apoyarlo cuando flaquea, animarlo cuando titubea,
tomarlo de las manos con firmeza cuando se siente débil, confiar en él cuando
algo lo agobia y acariciarlo con dulzura cuando algo lo entristece, sin dejarte
arrastrar por su desdicha;
es compartir en el presente por el simple gusto de
estar juntos, sin ataduras ni obligaciones impuestas,
por la espontánea
decisión de responderle libremente.
Amar a un
ser humano es ser suficientemente humilde como para recibir su ternura y su
cariño sin representar el papel del que nada necesita; es aceptar con gusto lo
que te brinda sin exigir que te dé lo
que no puede o no desea; es agradecerle a
la Vida el prodigio de su existencia y sentir en su presencia
una auténtica
bendición en tu sendero; es disfrutar de la experiencia sabiendo que cada día
es una aventura incierta y el mañana, una incógnita perenne; es vivir cada
instante como si fuese el último que puedes compartir con el otro, de tal
manera que cada reencuentro sea tan intenso y tan profundo como si fuese
la
primera vez que lo tomas de la mano, haciendo que lo cotidiano sea siempre una
creación distinta y milagrosa.
Amar a un
ser humano es atreverte a expresar el cariño espontáneamente a través de tu
mirada, de tus gestos y sonrisas; de la caricia firme y delicada, de tu abrazo
vigoroso, de tus besos, con palabras francas
y sencillas; es hacerle saber y
sentir cuánto lo valoras por ser quien es, cuánto aprecias sus riquezas
interiores, aún aquellas que él mismo desconoce; es ver su potencial latente y
colaborar para que florezca
la semilla que se encuentra dormida en su interior;
es hacerle sentir que su desarrollo personal te importa honestamente, que
cuenta contigo; es permitirle descubrir sus capacidades creativas y alentar su
posibilidad de dar todo el fruto que podría; es develar ante sus ojos el tesoro
que lleva dentro y cooperar de mutuo acuerdo para hacer de esta vida una
experiencia más rica y más llena de sentido.
Amar a un
ser humano es también atreverte a establecer tus propios límites y mantenerlos
firmemente; es respetarte a ti mismo y no permitir que el otro transgreda
aquello que consideras tus derechos personales;
es tener tanta confianza en ti
mismo y en el otro, que sin temor a que la relación se perjudique, te sientas
en libertad de expresar tu enojo sin ofender al ser querido, y puedas
manifestar lo que te molesta e incómoda sin intentar herirlo o lastimarlo. Es
reconocer y respetar sus limitaciones y verlo con aprecio
sin idealizarlo; es
compartir y disfrutar de los acuerdos y aceptar los desacuerdos, y si llegase
un día
en el que evidentemente los caminos divergieran sin remedio, amar es ser
capaz de despedirte en paz
y en armonía, de tal manera que ambos se recuerden
con gratitud por los tesoros compartidos.
Amar a un
ser humano es ir más allá de su individualidad como persona; es percibirlo y
valorarlo
como una muestra de la humanidad entera, como una expresión del
Hombre, como una manifestación palpable de esa esencia trascendente e
intangible llamada “ser humano”, de la cual tu formas parte; es reconocer, a través
de él, el milagro indescriptible de la naturaleza humana, que es tu propia
naturaleza,
con toda su grandeza y sus limitaciones; apreciar tanto las facetas
luminosas y radiantes de la humanidad, como sus lados oscuros y sombríos; amar
a un ser humano, en realidad, es amar al ser humano en su totalidad; es amar la
auténtica naturaleza humana, tal como es,
y por tanto, amar a un ser humano es
amarte a ti mismo y sentirte orgulloso
de ser una nota en la sinfonía de este
mundo.
HUMBERTO
MATURANA.
Un abrazo.
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