Pertenezco a la generación que tenía un solo mandato:
debíamos ser y así lo intentamos,
las mejores hijas, las mejores esposas,
las mejores madres, las mejores profesionales, etc.
Y ahora que ya hice todas esas cosas lo mejor que pude,
a veces me gusta estar, salir, viajar sola, a mi ritmo.
A veces necesito mucho a mi familia.
Y a veces prefiero no hacer nada.
Ya demostré, ¡Acabadamente!, quien soy como persona.
Lo que me queda de vida, intento que sea mío,
disfrutándolo con lo que me venga en ganas:
viajando, comprando, tomando café con alguien,
haciendo lo que me plazca, así sea estar sin hacer nada.
Me he dado cuenta que por más que los demás nos amen mucho
y seamos importantes para ellos, todos seguirán viviendo cuando no estemos.
Por eso ya es tiempo de nuestro tiempo,
y de dejar de rendir examen en tantos roles con que la vida nos puso a prueba.
No pienso dar más examen de nada, eso incluye a mi familia también.
Nosotras ya estudiamos, criamos hijos, trabajamos,
cuidamos padres, estuvimos presentes cada vez que alguien nos necesitó
¿Acaso después nos van a hacer un monumento donde diga:
”a una luchadora, un ser ejemplar y virtuoso”?
Seguro que no, y si de casualidad lo hicieran
¡Estaremos bajo tierra!
Somos una generación que rompió estereotipos,
allanamos el camino a los que vinieron después.
Por librar tantas batallas en soledad hemos sufrido tanto cada una de nosotras.
Por distintas razones.
Por eso ya es hora de que empecemos a relajarnos y a divertirnos más.
¡No saben lo bien que se siente!
Muchas veces me planteo, qué rápido pasó la vida, distraída como estaba,
haciendo mil cosas.
También me pregunto ¿Cuánto nos queda de vida, amigas?
No lo sabemos, por suerte nadie lo sabe,
sólo nuestro divino hacedor conoce nuestro destino.
¿Algo cambiará en quienes nos quieren, cuando nos vayamos?
No, la vida seguirá igual en nuestra ausencia y hasta tal vez dirán:
“la vieja estaba un poco loca el último tiempo”.
Pero nosotras felices igual porque ya no escucharemos.
Mis queridas amigas, cuídense, no se repriman,
aprendan a decir NO cuando quieran decir NO.
Si es necesario y siempre para bien de nuestra salud mental,
aprendan a mandar lejos a la gente que no sirve para nada
(eso sí, con elegancia es mejor).
Ya es hora de discernir a quien le hace bien mi amistad,
mi cariño, mi compañía y quien me busca sólo para llenar su aburrimiento,
descargar su neurosis o hacerle un servicio…
La vida está llena de gente egoísta que solo se satisface a si misma
usando a los demás de distintas maneras y para diferentes propósitos.
Huyamos de esos vampiros que nos roban la energía para seguir subsistiendo y juntémonos,
cada vez que podamos, con aquellos que nos hacen reír.
Practiquemos nuestra merecida libertad, ya sea quedándonos en la cama todo un día,
viendo por TV lo que se nos ocurra,
leyendo poesía, biografías interesantes o simples revistas de chismes.
Qué placer caminar sin apuro ni rumbo fijo,
y detenernos en cualquier lugar que nos llame la atención.
Por favor, visitemos más seguido a las amigas positivas,
vayamos a lugares nuevos, escuchemos más música,
animémonos a pintar, a hacer manualidades, yoga, meditación, canto, salsa, idiomas, jardinería…
¡Lo que más nos guste! Todo sirve y es válido para hacernos sentir bien.
Desconozco el autor pero si por ahí alguien sabe, hay que darle su reconocimiento.
Gracias Graciela Fraticelli por
compartir este excelente texto.
Un abrazo, feliz 2013 el año que
se retiraran de nuestro lado todos/as
los que traen mala onda jaja.
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