miércoles, 18 de diciembre de 2013

Los Nietos Mutantes.

                                                                             
   

Todos nosotros, los que hoy nos estamos convirtiendo en abuelos, hemos crecido en un caldo de olores, melodías, nombres y colores que hicieron la Argentina de los años 50, el antes y el después. 
Cualquiera sea nuestra clase social, nuestro origen étnico y nuestras señas particulares, todos sabemos de qué se trata cuando mencionamos ciertas consignas: "Piluso y Coquito... la Triple A... los Chalchaleros... Doña Petrona... El Padre Gardella... Perón... Labruna... 
Me cortaron las piernas... el Negro Galíndez... la bicicleta del Lobo Fischer... El Negro Brizuela Méndez... Rayuela de Julio Cortázar... El Muñeco Madurga... El Beto Alonso... Imagine de John Lennon... los rompeportones... las figuritas Starosta... las chicas que juegan al elástico.... la licuadora IME... la Lettera Olivetti... los chicos Double Bubble... el almirante Rojas... Radio Carve de Montevideo... Balá, Marchesini y Locatti... las medialunas en Atalaya..."

Cada una de estas palabras nos trae imágenes de nuestra juventud.

Claro, después tuvimos hijos a los que les ocultamos prolijamente todo lo que acontecía a nuestro alrededor, del mismo modo que nuestros bisabuelos prefirieron no explicar qué tal se estaba en la tercera clase del barco que los trajo de Europa, y mucho menos por qué se vinieron. 
Ellos corrieron un denso manto de olvido sobre lo que pasaba en su patria. Nosotros corrimos otro similar, disimulando las alternativas de nuestra época joven. 
Luego vinieron tres éxodos: el de 1976, en general de origen político, el de 1984, debido a la inflación, y el de 2001, causado por el corralito.

Al cabo de estas vicisitudes, nos encontramos con nuestros nietos, que nos dejan completamente perplejos.
 Son de otro planeta. De otro milenio. 
No tienen nada que ver con el país de nuestra infancia.
 Son mutantes. Los abuelos -todavía jóvenes, no faltaría más- nos encontramos en el partido de tenis o en la cola del banco y contamos cosas asombrosas sobre nuestros nietos.
 Lo decimos a veces con orgullo, otras veces con vergüenza,
 siempre con asombro:



1. "Mi nieto no sabe hablar en castellano, porque mi hijo se fue a vivir al Canadá francés, así que el pequeño Jean Pierre va al colegio en francés y tiene que aprender obligatoriamente inglés... ¿Para qué quiere más idiomas?".

2. "Mi nieto quiere ser chef".

3. "Mi nieta quiere ser boxeadora".

4. "Recibí un mail de mi nieto, dice que se casa con una buena persona... no me aclara si es varón o mujer".

5. "Mi nieto es hincha del Manchester United".

6. "Mi nieta es negra, porque mi hija se radicó en Barcelona y allí se juntó con Ahmed, que es de Senegal".

7. "Mi nieto se pone la ropa de su mamá, se disfraza de Madonna y baila por toda la casa".

8. "Mi nieto me pidió una iguana para su cumpleaños".

9. "Mi nieta me mandó un CD, pero no sé como abrirlo".

10. "Hice un asado para mis nietos, pero me dijeron que son ovo-lacto-vegetarianos".

11. "Le regalé una pelota de fútbol, pero prefiere jugar con la Wii".

12. "Mi nieta no come en la mesa, se alimenta con comida chatarra, en su cuarto mientras chatea".

13. "Mi nieto vive aquí, en la Argentina, pero habla de tú y de aparcar el carro o jalar de la puerta, como la tele".

14. "Mi nieta cultiva una huerta orgánica en el balcón: tiene puerros y marihuana".



Sin darnos cuenta, hemos entrado en otro planeta.
 Perviven algunos hábitos de la prehistoria: por ejemplo, concurrir personalmente a una cancha de fútbol para mirar un partido, o inseminar personalmente a la mujer, o aplaudir personalmente a figuras tan jurásicas como Paul Mc Cartney. 
Tal vez todo eso desaparezca en el futuro, en la medida en que vamos desapareciendo nosotros.



Y nuestros nietos ya no sabrán qué significan ciertas palabras, ni provocará ninguna emoción en su espíritu la aparición de sonidos u olores: Cabral, soldado heroico... matinée, vermut y noche... Corrientes y Bouchard... los petiteros... la mokini... el diávolo... John Wayne... Odol Pregunta... las chatitas... los sueters de Ban-lon... el jarrón de Coppola... puntear y rasguear en la guitarra... el Pelente... el rotaprint... el mimeógrafo... el Gran Amadeo... Gonzalito y Bunetta... el flaco Frondizi en su departamento de la calle Beruti... Hay que pasar el invierno... la pelea de Alberto Samid con Mauro Viale... el gran viaje de Gato y Mancha... ¡Ni hablemos de Jorge Newbery, el Coronel "Toro" Villegas o la Mistinguette!

Somos prehistoria. Dinosaurios vivientes.
 Sin embargo, les propongo reconfortarnos con una frase original:

         "Viejo  es  el  viento,  y  todavía  sopla"                                 
                                                                 
                   Gracias María Crístina Milanesio por compartir, muy bueno.
                   Un abrazo


                                                                              

      


                             

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