Todos nosotros, los que hoy nos estamos convirtiendo en abuelos, hemos
crecido en un caldo de olores, melodías, nombres y colores que hicieron la
Argentina de los años 50, el antes y el después.
Cualquiera sea nuestra clase
social, nuestro origen étnico y nuestras señas particulares, todos sabemos de
qué se trata cuando mencionamos ciertas consignas: "Piluso y Coquito... la
Triple A... los Chalchaleros... Doña Petrona... El Padre Gardella... Perón...
Labruna...
Me cortaron las piernas... el Negro Galíndez... la bicicleta del
Lobo Fischer... El Negro Brizuela Méndez... Rayuela de Julio Cortázar... El
Muñeco Madurga... El Beto Alonso... Imagine de John Lennon... los
rompeportones... las figuritas Starosta... las chicas que juegan al elástico....
la licuadora IME... la Lettera Olivetti... los chicos Double Bubble... el
almirante Rojas... Radio Carve de Montevideo... Balá, Marchesini y Locatti...
las medialunas en Atalaya..."
Cada una de estas palabras nos trae imágenes de nuestra juventud.
Claro, después tuvimos hijos a los que les ocultamos prolijamente todo
lo que acontecía a nuestro alrededor, del mismo modo que nuestros bisabuelos
prefirieron no explicar qué tal se estaba en la tercera clase del barco que los
trajo de Europa, y mucho menos por qué se vinieron.
Ellos corrieron un denso
manto de olvido sobre lo que pasaba en su patria. Nosotros corrimos otro
similar, disimulando las alternativas de nuestra época joven.
Luego vinieron
tres éxodos: el de 1976, en general de origen político, el de 1984, debido a la
inflación, y el de 2001, causado por el corralito.
Al cabo de estas vicisitudes, nos encontramos con nuestros nietos, que
nos dejan completamente perplejos.
Son de otro planeta. De otro milenio.
No
tienen nada que ver con el país de nuestra infancia.
Son mutantes. Los abuelos
-todavía jóvenes, no faltaría más- nos encontramos en el partido de tenis o en
la cola del banco y contamos cosas asombrosas sobre nuestros nietos.
Lo decimos
a veces con orgullo, otras veces con vergüenza,
siempre con asombro:
1. "Mi nieto no sabe hablar en castellano, porque mi hijo se fue a
vivir al Canadá francés, así que el pequeño Jean Pierre va al colegio en
francés y tiene que aprender obligatoriamente inglés... ¿Para qué quiere más
idiomas?".
2. "Mi nieto quiere ser chef".
3. "Mi nieta quiere ser boxeadora".
4. "Recibí un mail de mi nieto, dice que se casa con una buena
persona... no me aclara si es varón o mujer".
5. "Mi nieto es hincha del Manchester United".
6. "Mi nieta es negra, porque mi hija se radicó en Barcelona y allí
se juntó con Ahmed, que es de Senegal".
7. "Mi nieto se pone la ropa de su mamá, se disfraza de Madonna y
baila por toda la casa".
8. "Mi nieto me pidió una iguana para su cumpleaños".
9. "Mi nieta me mandó un CD, pero no sé como abrirlo".
10. "Hice un asado para mis nietos, pero me dijeron que son
ovo-lacto-vegetarianos".
11. "Le regalé una pelota de fútbol, pero prefiere jugar con la
Wii".
12. "Mi nieta no come en la mesa, se alimenta con comida chatarra,
en su cuarto mientras chatea".
13. "Mi nieto vive aquí, en la Argentina, pero habla de tú y de
aparcar el carro o jalar de la puerta, como la tele".
14. "Mi nieta cultiva una huerta orgánica en el balcón: tiene puerros
y marihuana".
Sin darnos cuenta, hemos entrado en otro planeta.
Perviven algunos
hábitos de la prehistoria: por ejemplo, concurrir personalmente a una cancha de
fútbol para mirar un partido, o inseminar personalmente a la mujer, o aplaudir
personalmente a figuras tan jurásicas como Paul Mc Cartney.
Tal vez todo eso
desaparezca en el futuro, en la medida en que vamos desapareciendo nosotros.
Y nuestros nietos ya no sabrán qué significan ciertas palabras, ni
provocará ninguna emoción en su espíritu la aparición de sonidos u olores:
Cabral, soldado heroico... matinée, vermut y noche... Corrientes y Bouchard...
los petiteros... la mokini... el diávolo... John Wayne... Odol Pregunta... las
chatitas... los sueters de Ban-lon... el jarrón de Coppola... puntear y
rasguear en la guitarra... el Pelente... el rotaprint... el mimeógrafo... el
Gran Amadeo... Gonzalito y Bunetta... el flaco Frondizi en su departamento de
la calle Beruti... Hay que pasar el invierno... la pelea de Alberto Samid con
Mauro Viale... el gran viaje de Gato y Mancha... ¡Ni hablemos de Jorge Newbery,
el Coronel "Toro" Villegas o la Mistinguette!
Somos prehistoria. Dinosaurios vivientes.
Sin embargo, les propongo
reconfortarnos con una frase original:
"Viejo
es el viento, y todavía sopla"
Un abrazo
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