"Primero
vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada".
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada".
Para los
lectores de este periódico y muchas personas más, este poema es muy conocido.
Lo escribió Martin Niemöller, un pastor alemán encarcelado de 1937 a 1945 por
el gobierno de Hitler. ¿Cuál es su historia y cómo llegó a ser el Niemöller que
conocemos? ¿Cuándo hizo su comentario famoso? ¿Qué le pasó después? La historia
de Martin Niemöller es fascinante y arroja luz sobre el poema y el significado
que tenía entonces y tiene hoy.
"Del submarino al púlpito"
En 1933,
Niemöller ganó fama por un libro, Del submarino al púlpito, que narraba
su vida y su transformación de comandante de un submarino durante la I Guerra
Mundial a pastor de una iglesia protestante. El libro no es una de esas sagas
de guerrero-se-convierte-en-pacifista, porque Niemöller sentía mucho orgullo
por su carrera naval y también por sus actividades en el Freikorps, una
organización de veteranos contrarrevolucionarios que atacaba al movimiento
obrero revolucionario de Alemania tras la I Guerra Mundial. La prensa nazi de
ese tiempo elogió el libro y fue uno de los más vendidos durante los primeros
años del gobierno nazi. En la conclusión del libro, Niemöller celebró la
llegada al poder de los nazis y el "renacimiento nacional" que
suscitaron.
Niemöller
no era único en eso. El libro de William Shirer El ascenso y la caída del
Tercer Reich dice que la mayoría de los pastores protestantes se alegraron
con el "advenimiento" de Hitler. Sin embargo, en 1934 Hitler trató de
combinar a la fuerza las muchas sectas protestantes en una sola "Iglesia
del Reich" y hacer que adoptaran una ideología más conforme a los nazis.
Niemöller, el líder de la iglesia Confesionaria, no quiso ceder la autonomía y
en mayo de 1934 la iglesia Confesionaria declaró que era la legítima iglesia
protestante del país, en oposición a los deseos nazis. Siguieron varios años de
batallas y treguas precarias; el nivel de fricción escaló pero mayormente se
centraba en las medidas nazis respecto a la iglesia. Por ejemplo, Niemöller se
opuso a la prohibición de que los judíos conversos fueran ministros
protestantes y, después, a las medidas que los confinaban a iglesias
segregadas, aisladas de los demás protestantes. Sin embargo, no se opuso a las
medidas generales contra los judíos y otros grupos.
Aunque su
conflicto con los nazis aumentaba, Niemöller se cuidó de no traspasar ciertos
límites. Hasta intentó superar a los nazis en patriotismo y les dijo a sus
amigos que Hitler era un hombre inteligente pero que lo rodeaban imbéciles y
charlatanes. Cuando Dietrich Bonhoeffer, un teólogo protestante que también era
pastor de la iglesia Confesionaria, exhortó a los cristianos a ayudar a los
judíos y a tomar medidas directas contra la persecución, Niemöller le contestó
que la iglesia tenía que preocuparse de su propia seguridad antes de alzar la
voz por otros.
Al final,
nada de eso ayudó ni a Niemöller ni a su iglesia. En mayo de 1936, cuando la
iglesia Confesionaria rechazó ciertos aspectos del antisemitismo oficial y
pidió de nuevo un alto a la intervención en asuntos eclesiásticos, los nazis
arrestaron a centenares de pastores, confiscaron las arcas de la iglesia y
asesinaron a un pastor muy conocido. El 1° de julio de 1937, a Niemöller --ex
comandante de submarino, autor de libros supervendidos, famoso pastor de una
parroquia adinerada y ex niño mimado de la prensa nazi-- lo arrestaron. Pasó
ocho años en cárceles y campos de concentración nazis, con cuatro años de
aislamiento.
En el año
1937, Niemöller y los demás pastores arrestados estaban solos, pues la gran
mayoría de las iglesias protestantes se habían rendido al gobierno. Después del
arresto de Niemöller, la iglesia Confesionaria también votó por cooperar más
con el gobierno y ¡le agradeció la revitalización de la vida alemana! Niemöller
no salió en libertad hasta la derrota de Alemania en 1945.
"¿Qué habría pasado?"
En enero
de 1946, los representantes de la iglesia Confesionaria se reunieron en
Frankfort para debatir su reconstitución. Una vez más, Niemöller subió al
púlpito, pero dio un sermón muy diferente. Primero (y en esto hablaba por
muchas personas), detalló las excusas que dio para no alzar la voz: sí, Hitler
atacó a los comunistas, pero ¿no eran ateos y revolucionarios? Y sí, aniquiló a
los incapacitados y los enfermos, pero ¿no eran una carga para la sociedad? Y
claro, agarrar a los judíos era deplorable, pero ¿los judíos no son cristianos,
verdad? Y lo de los países ocupados era una lástima, pero por lo menos eso no
ocurrió en Alemania ¿no es cierto?
Ninguna
excusa justificaba todo eso, reiteró.
Dijo:
"No podemos negar [la necesidad de expiación] con la excusa de que ‘me
habrían matado si hiciera algo’.
"Preferíamos
mantener silencio. Claramente no somos inocentes y me pregunto una y otra vez:
¿qué habría pasado si en el año 1933 ó 1934, 14,000 pastores protestantes y
todas las comunidades protestantes de Alemania hubieran defendido la verdad
hasta la muerte? Si hubiéramos dicho: ‘No es correcto que Hermann Göring
simplemente meta en campos de concentración a 100,000 comunistas para que
mueran’. Puedo imaginar que tal vez 30,000 ó 40,000 cristianos protestantes
habrían muerto, pero también puedo imaginar que habríamos salvado a 30 ó 40
millones de personas, porque eso es lo que [el silencio nos costó]".
Con la
sabiduría que da la experiencia y ante la tarea de lograr que sus paisanos se
hicieran responsables, Niemöller habló con dureza. Urge que cada persona
progresista de Estados Unidos piense en ese comentario poco conocido de
Niemöller... y que lo piense mucho.
"Primero vinieron a buscar a los
comunistas"
Antes de
continuar con la historia de Niemöller, quiero regresar a su famoso poema y en
particular al primer verso: "Primero vinieron a buscar a los
comunistas". Los comunistas eran la oposición más implacable a los nazis.
Más que eso, eran la única fuerza que planteó un camino para que las masas
alemanas escaparan de los horrores que se avecinaban porque proponían
una revolución para derrocar al imperialismo alemán.
En la
conciencia popular los comunistas alemanes se identificaban con la nueva Unión
Soviética, que se zafó del sistema internacional imperialista con una
revolución tras la I Guerra Mundial. Millones de personas se movilizaban a
construir un mundo nuevo y diferente, y a liberar la sociedad de las divisiones
y la explotación de clase, y las relaciones sociales, las instituciones e ideas
que esa explotación engendra. En la Unión Soviética, estaban resueltos a
erradicar la opresión de naciones y nacionalidades, y a eliminar la
discriminación; Hitler intencionalmente equiparó a los judíos y la Unión
Soviética, y ¡hasta comentó que la falta de discriminación en la Unión
Soviética era un indicio de la decadencia y el peligro que representaba la
revolución! Dejando a un lado por el momento las fallas de visión y estrategia de
los comunistas alemanes, podemos decir que representaban algo totalmente
distinto a los nazis y que tenían apoyo popular: recibieron el 20% del voto en
la elección previa a Hitler. Por lo tanto, Hitler los consideraba el enemigo
número uno y los atacó vehementemente.
Es otra
lección que debemos pensar... y aplicar. Durante el auge de las protestas
contra la guerra en 2002 y 2003, unos comentaristas derechistas muy conocidos
recomendaron juzgar por traición a los comunistas porque se oponían a la
guerra; los ataques más virulentos fueron contra el presidente del PCR, Bob
Avakian. En ese mismo tiempo, varios comentaristas liberales de la izquierda
también condenaron la participación de comunistas, como el PCR, en el
movimiento antibélico; lo calumniaron y presionaron a personas importantes a
desvincularse de él.
¿Oyen a
Niemöller?
Después de la guerra
Irónicamente,
Martin Niemöller jamás escribió las palabras exactas del poema por el cual es
famoso. Después de la guerra, habló en todas partes y le fue dando forma al
poema. La versión que citamos aquí es la versión aprobada por su viuda. Por
desgracia, la "tradición oral" del poema ha permitido que varias
fuerzas lo citen muy a su manera; un ejemplo destacado es el Museo del
Holocausto en Estados Unidos, que elimina la primera frase sobre los
comunistas. Eso destruye el significado que le dio Niemöller, quien casi
siempre empezaba sus discursos con unas palabras sobre los comunistas. ¡Y
carece de toda lógica omitir a los comunistas, pues fueron los primeros presos
de los campos de concentración! Aparentemente tal revisión de la historia no es
problemática ni escandalosa si fomenta el proyecto político del imperialismo
estadounidense.
Niemöller
no dejó de transformarse. El ex comandante de submarino llegó a ser un opositor
apasionado de la guerra imperialista en general y especialmente de la carrera
armamentista nuclear de la posguerra. En 1965, visitó Vietnam del Norte durante
los bombardeos estadounidenses y se reunió con Ho Chi Minh; el hecho de que en
ese tiempo Niemöller era presidente del Consejo Mundial de Iglesias, al igual
que su gran autoridad moral, le provocaron mucho disgusto al gobierno de
Estados Unidos. El día que cumplió 90 años, Niemöller habló de su evolución de
archirreaccionario a "revolucionario" (así se decía) y comentó con
ironía que si llegara a tener 100 años a lo mejor sería anarquista.
Y hoy,
Sr. Niemöller, ¿su momento ha llegado de nuevo?
Este
artículo se puede encontrar en español e inglés en La Neta del Revolución en:
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Cartas: Box 3486, Merchandise Mart, Chicago, IL 60654
Teléfono: 773-227-4066 Fax: 773-227-4497
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