Kevin McClain, un
indigente de 54 años, compartió sus últimos años de vida con Yurtie,
una
perrita que le hizo compañía. Tras serle diagnosticado un cáncer de pulmón en
fase terminal
perdió el contacto con Yurtie porque, por norma general,
los
animales no pueden entrar en los centros sanitarios.
Su último ingreso hospitalario se produjo tras acudir a urgencias en ambulancia porque sus síntomas empeoraron. Durante el trayecto le comunicó a Erceg (el paramédico) que le atendió,
Su último ingreso hospitalario se produjo tras acudir a urgencias en ambulancia porque sus síntomas empeoraron. Durante el trayecto le comunicó a Erceg (el paramédico) que le atendió,
que tuvo una perra
y quería verla por última vez.
Erceg hizo todo lo posible para que Kevin
pudiera reunirse de nuevo con Yurtie y así fue. El hospital permitió el
reencuentro y, según el propio Erceg, la perrita reconoció a Kevin
desde el
primer momento y mostró muchísima alegría cuando le vio.
Kevin vivió el momento
con intensa emoción y disfrutó de su compañía
hasta que cerró los ojos para
siempre.
Nunca estuvo solo.
Nunca estuvo solo.
Vivió en la calle,
aparentemente desamparado, pero Yurtie le ofreció la posibilidad
de
experimentar lo más importante para conformar la felicidad de cualquier ser
humano:
amar y ser amado.
Descansa en paz, amigo.
Descansa en paz, amigo.
Un abrazo.
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