La
felicidad es el perfume de las cosas bien hechas:
La felicidad no se busca:
se encuentra. Y se halla en todas partes y en
ninguna, porque la felicidad no es una meta, sino un perfume que desprende lo
bien hecho: una puesta de sol, la caricia a un cachorro, la mirada de un ser
amado, una canción sublime... cualquier cosa inolvidable. Por eso no se puede
atrapar como si fuese una mariposa. En griego, mariposa se escribe “psiké”, que
también significa alma. Por eso debe ser tan difícil de capturar.
Querer cazar
una mariposa es como desear prender el alma; y el alma se pone en las cosas,
pero no está en las cosas.
Es, precisamente, como el perfume de la felicidad.
La felicidad es elegir o, mejor
expresado, vivir sin miedo a elegir:
Nos perdemos en el laberinto cuando permitimos
que elijan por nosotros.
Porque uno es aquello que elige ser, pero también lo
que renuncia a ser.
Cuando
nos dejamos llevar por el éxtasis del canto y el baile,
nuestros miedos salen
volando.
El
miedo es el medio para descubrir lo que necesitas encontrar:
Cuando se vence el
temor al espantapájaros, llega la oportunidad,
pues él señala justamente el
lugar donde se puede encontrar alimento.
Bajo nuestros miedos se halla el
tesoro que andamos buscando.
Pero hay que abrir la puerta del miedo; ella llevará
a lo que más secretamente anhelamos.
El miedo es una oportunidad porque permite
conocer
lo que estamos buscando.
Verbigracia: el miedo a la muerte.
Las
personas que lo sufren, en realidad tienen un gran anhelo a la vida,
pero no se
atreven a vivirla según les dicta su corazón.
Por eso temen morir: porque les
causa amargura abandonar
este mundo sin haber cumplido con su misión.
¡El miedo
es el medio!: déjate instruir por él y encontrarás
tu misión y el sentido de la
vida.
La
cara es el espejo del alma: Con ella se puede revisar la vida de cada cual.
Moldea cada mañana tu cara en consonancia con tu alma; y usa para ello la crema
más barata, pues el secreto no gravita en la calidad del producto,
sino en tu
cualidad interior y el amor que pongas en ello.
Cada
contacto con una persona es una oportunidad para mejorar su vida: Todos tenemos
cada día decenas de pequeños
y grandes contactos con los demás.
Nuestro reto es
conseguir que su vida sea un poco mejor después
de estar con nosotros.
Este es
el desafío, el premio gordo de cada encuentro.
Ahí radica justamente el sentido
de la vida.
Con
todo, el sentido de la vida es distinto para cada persona: Es uno mismo el que
debe descubrirlo.
Y apoyar a los demás para que también lo consigan.
Hay que
ser buscador de buscadores: ponerlos en el camino
y ayudarles a encontrar lo
que buscan.
Un abrazo.
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