domingo, 30 de septiembre de 2012

España: CÓRDOBA-Video.‏y Una reflexión.

Con motivo de la celebración de la Feria Internacional de Turismo Fitur 2012, la película "Córdoba, vida y genio", una producción en 3D que muestra al espectador el encanto y la magia de la provincia andaluza.
 Este video es una obra de arte!!!!
Merece  verlo entero
 http://www.youtube.com/watch_popup?v=GyfGdpF55Uk&vq=medium

“¿Quiénes son los pobres? Los nietos de los ricos”. Aforismo castellano
Cuando analizas lo que ocurre en una empresa o una sociedad, debes buscar
las causas que provocan su situación, porque sólo trabajando sobre las
causas, puedes cambiar los efectos. Y no tengo ninguna duda de que una de
las principales causas de la prosperidad que vivimos en los años pasados fue
la actitud de la generación de nuestros padres, y una de las principales
causas de la crisis, es haber perdido esa actitud.
Recuerdo que hace años, un empresario brillante que viajó a China para hacer
negocios, me comentaba: “China va a ser imparable. Cuando llegas allí el
ambiente te recuerda la España de los años 70. Todo el mundo quiere trabajar
mucho, ahorrar, comprarse su casa, su coche, que sus hijos vayan a la
universidad… Cuando una generación está así centrada, no hay quien la pare”
Este pensamiento me hizo reflexionar entonces y me ha vuelto a la memoria al
contemplar a las tres generaciones que convivimos.
Mis padres tienen en torno a 70 años, y siempre han sido un ejemplo
de trabajo, honradez, austeridad, previsión y generosidad. Pertenecen a una
generación que, como dice mi padre, les tocó el peor cambio: de jóvenes
trabajaron para sus padres y de casados para sus hijos.
Son gente que veían el trabajo como una oportunidad de progresar, como algo
que les abría a un futuro mejor, y se entregaron a ello en condiciones muy
difíciles. Son una generación que compraba las cosas cuando podía y del
nivel que se podía permitir, que no pedía prestado más que por estricta
necesidad, que pagaban sus facturas con celo, y ahorraban un poco “por si
pasaba algo”, que gastaban en ropa y lujos lo que la prudencia les dictaba y
se bañaban en ríos cercanos, disfrutando de tortillas de patata y embutidos,
en domingos veraniegos de familia y amigos.
Y tan sensatos, prudentes y trabajadores fueron, que constituyeron casi
todas las empresas que hoy conocemos, y que dan trabajo a la mayoría de los
españoles.
Sabían que el esfuerzo tenía recompensa y la honradez formaba parte del
patrimonio de cada familia. Se podía ser pobre, pero nunca dejar de ser
honrado.
La democracia significaba libertad y posibilidades y seguir viviendo en
armonía y respeto.
Y cometieron los dos peores errores imputables a esa generación:
1)      “Que mis hijos no trabajen tanto como trabajé yo”. Nos cargamos la
cultura del esfuerzo y del mérito de un plumazo, convirtiendo el trabajo en
algo a evitar.

2)      “Como tenemos unos ahorrillos, hijo, tu gasta, que para eso están
tus padres”. Con lo que mi generación empezó a pensar que el dinero nacía en
las cuentas corrientes de sus padres, que daban la impresión de ser
inagotables y que los bancos eran unas fuentes inagotables de hipotecas,
rehipotecas y contra rehipotecas.
Y entonces, eclosionó nuestra generación (yo soy del 67). La generación de
los nuevos ricos, la generación de “los pelotazos”, del gasto continuo, de
la especulación, de la ingeniería financiera, de la exhibición del derroche,
la de lo quiero todo y lo quiero ya, la de “papá dame”.
Y todos nos volvimos ricos (en apariencia), todos nos convertimos
en gasto-horteras. ¿Conocéis a alguien que se atreva a comer un bocata de
chorizo? Le corren a gorrazos por paleto. Ahora hay que comer hamburguesas
deconstruidas al aroma de los almendros al atardecer. ¿Y qué decir del vino?
Pasamos del Don Simón con Casera, al Vega Sicilia
sin fase de descompresión. El vino ya no está “bueno”, ahora tiene matices a
fruta del bosque, con un retrogusto alcohólico, que adolece de un cierto
punto astringente, con demasiada presencia de roble.
Esto, por supuesto, a golpe de docenas de euro, que para ser un “enterao”
hay que pasar por taquilla. ¡Y es que pocas cosas cuestan tanto, como
ocultar la ignorancia!
Somos la generación de “endeudarse para demostrar que eres rico”.
Increíble pero cierto.
- ¿Sólo debes 500.000 €? Es que eres un cutre. Mira, nosotros debemos ya
2.000.000 y nos están estudiando una operación por otros 2 más.
- Vosotros sí que sabéis sacar provecho al sistema… Ojalá yo algún día pueda
deber esas cantidades. ¡Cuánto envidio tus préstamos!
En Alemania no daban abasto a fabricar Mercedes, Audis, BMW para los
españoles.
Irrumpió Europa en nuestras vidas y llegó en forma de mega infraestructuras
que producían mega comisiones para todos los involucrados. ¡Viva el cazo!
¡Viva el yerno del Rey! ¡Que se besen los padrinos! Además llovían las
subvenciones, nos daban una fortuna por plantar viñas y luego a los dos años
otra fortuna por arrancarlas. Que llegaba un momento que no sabías si tenías
que plantar o arrancar. A propósito, ¿Qué toca este año?
Si algún “tarao” dice que hay que parar esto, se le lapida y  “que no pare
la fiesta”. Por supuesto que todos estamos de acuerdo que esto es imposible
que se sostenga, pero hay que empezar a recortar por el vecino, que lo mío
son todo derechos esculpidos en piedra en la sacrosanta constitución.
De la siguiente generación mejor no hablar (lo dejaré para otro post).
Esa es la generación que dice el aforismo que será pobre, por ser nieta de
ricos.
Si somos incapaces de volver a los valores con los que se construye una
sociedad sostenible, nos hundiremos, eso sí, cargados de reivindicaciones.
En mi casa siempre he tenido un ejemplo vivo de cordura, honradez
y esfuerzo. Y no han sido menos felices que nosotros. Los psiquiatras, de
hecho, dicen que al revés, que han sido bastante más. Debe ser que la
sencilla tortilla, el melón fresquito, comprar el sofá cuando se podía,
poner las cortinas cosidas por nuestra madre, con ayuda de la abuela,
trabajar y echarle huevos para emprender (aunque no lo llamaban así) no
debía ser mala receta.
Desde aquí quiero dar las gracias a mis padres y a toda esa generación que
nos regalaron un país cojonudo, que nos hemos encargado de arruinar (entre
todos, que todos hemos aplaudido la locura), y que sólo con que nos
descuidemos un poquito más, le vamos a dejar a nuestros hijos un
protectorado chino, donde serán unos esclavos endeudados y tendrán unas
historias legendarias sobre la prosperidad que crearon sus abuelos,
empeñaron sus padres y son incapaces de imaginar los nietos.
Estamos a tiempo de cambiarlo, pero cada vez tenemos menos.
Podemos encontrar maestros en casa.




Gracias Antonio Bonilla López por compartir algo que estoy segura que en todos los países ha sucedido.
Pienso que como estamos en democracia podemos hablar.
Un abrazo.
Angélica Italia

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