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Miércoles, 24 de agosto de 2011
INFOSEL,
Crónica cultural, jueves 24 de agosto, 2011.
El pasado 12 de marzo Silvio Berlusconi pasó un soponcio en el Teatro de Roma mientras escuchaban Nabucco de Verdi, dirigida por Ricardo Muti, la ópera que evoca el episodio de la esclavitud de los judíos en Babilonia con el coro cantando Va, pensiero (Va, pensamiento) y que no es más que una queja y la nostalgia de un país perdido, cantado por los esclavos oprimidos.
A través de un amigo chileno me llegó esta crónica desde Santiago de Chile hecha por Octavio Márquez Sandoval y, sin poder resistir, la revisé y edité para compartirla con ustedes. Una vez más, la música sirve para reclamarles a los políticos la transformación de un bello país en algo que está perdido, como la sensación de lo que está pasando en México o como sucedió en Roma ese día que celebraban el 150 aniversario de su unificación.
Cuando Verdi escribió esta ópera, Italia estaba bajo el imperio de los Habsburgo y, por eso, ese canto se convirtió en un himno, como también se escuchó en las calles de Guadalajara, Jalisco en 1866, cuando interpretaron Nabucco en el recién inaugurado Teatro Degollado, con Ángela Peralta, el ruiseñor mexicano, cantando Lucia de Lamermoor, unos días antes de presentar esta ópera de Verdi, en esos años de lucha contra los franceses, por lo que los tapatíos salieron cantando a la calle como ahora los romanos en el Teatro de Roma el Va, pensiero.
Antes de empezar la ópera, Gianni Alemanno, alcalde de Roma, subió al escenario y denunció los recortes al presupuesto de la cultura por parte del Gobierno, sin importarle ser del mismo partido, ni haber sido ministro de Berlusconi. Su intervención produjo un efecto inesperado, como lo comentó Muti en el Times:
—La ópera se desarrolló normalmente hasta que llegamos a Va pensiero. Inmediatamente sentí que el público se ponía en tensión: era el silencio del público el que se hacía sentir y, cuando empezó este canto, el silencio estaba hecho con fervor. Se podía sentir la reacción del público ante el lamento cuando cantan: ¡Ay, patria mía, tan bella y tan perdida! Cuando el coro llegaba a su fin, el público empezó a pedir un bis, y alguien gritaba: ¡Viva Italia!, ¡Viva Verdi!
A Muti no le gusta hacer bis a la mitad de una obra, pero ahora, con un gesto teatral se dio la media vuelta, vio al público y a Berlusconi, mientras alguien gritaba: ¡Larga vida a Italia! y dijo:
—Estoy de acuerdo con eso de larga vida a Italia y aunque ya no tengo 30 años, he vivido como italiano recorriendo el mundo y hoy siento vergüenza de lo que está sucediendo en mi país. Acepto, pues, hacer un bis del Va, pensiero, no es sólo por la dicha patriótica que siento, sino porque esta noche, cuando dirigía al Coro y decían eso de… un país, tan bello y perdido, que pensé que si seguimos así, vamos a matar la cultura sobre la cual se construyó la bella Italia y, en ese caso, estaría en verdad bella y perdida. He callado durante años, ahora quisiera darle sentido a este canto y por eso les propongo que se unan al coro y que todos cantemos Va pensiero…
Toda la ópera de Roma se levantó y ese fue otro momento mágico. Esa noche Nabucco fue el pretexto para poder declarar y llamar la atención a los políticos y, lo mejor de todo.
Después de ver este suceso, emocionado y agradecido con la tecnología que nos permite compartir esta experiencia, les sugiero que lo vean y si no pueden hacerlo desde su oficina, anoten la dirección y véanlo después, que Roma bien vale una misa.
El pasado 12 de marzo Silvio Berlusconi pasó un soponcio en el Teatro de Roma mientras escuchaban Nabucco de Verdi, dirigida por Ricardo Muti, la ópera que evoca el episodio de la esclavitud de los judíos en Babilonia con el coro cantando Va, pensiero (Va, pensamiento) y que no es más que una queja y la nostalgia de un país perdido, cantado por los esclavos oprimidos.
A través de un amigo chileno me llegó esta crónica desde Santiago de Chile hecha por Octavio Márquez Sandoval y, sin poder resistir, la revisé y edité para compartirla con ustedes. Una vez más, la música sirve para reclamarles a los políticos la transformación de un bello país en algo que está perdido, como la sensación de lo que está pasando en México o como sucedió en Roma ese día que celebraban el 150 aniversario de su unificación.
Cuando Verdi escribió esta ópera, Italia estaba bajo el imperio de los Habsburgo y, por eso, ese canto se convirtió en un himno, como también se escuchó en las calles de Guadalajara, Jalisco en 1866, cuando interpretaron Nabucco en el recién inaugurado Teatro Degollado, con Ángela Peralta, el ruiseñor mexicano, cantando Lucia de Lamermoor, unos días antes de presentar esta ópera de Verdi, en esos años de lucha contra los franceses, por lo que los tapatíos salieron cantando a la calle como ahora los romanos en el Teatro de Roma el Va, pensiero.
Antes de empezar la ópera, Gianni Alemanno, alcalde de Roma, subió al escenario y denunció los recortes al presupuesto de la cultura por parte del Gobierno, sin importarle ser del mismo partido, ni haber sido ministro de Berlusconi. Su intervención produjo un efecto inesperado, como lo comentó Muti en el Times:
—La ópera se desarrolló normalmente hasta que llegamos a Va pensiero. Inmediatamente sentí que el público se ponía en tensión: era el silencio del público el que se hacía sentir y, cuando empezó este canto, el silencio estaba hecho con fervor. Se podía sentir la reacción del público ante el lamento cuando cantan: ¡Ay, patria mía, tan bella y tan perdida! Cuando el coro llegaba a su fin, el público empezó a pedir un bis, y alguien gritaba: ¡Viva Italia!, ¡Viva Verdi!
A Muti no le gusta hacer bis a la mitad de una obra, pero ahora, con un gesto teatral se dio la media vuelta, vio al público y a Berlusconi, mientras alguien gritaba: ¡Larga vida a Italia! y dijo:
—Estoy de acuerdo con eso de larga vida a Italia y aunque ya no tengo 30 años, he vivido como italiano recorriendo el mundo y hoy siento vergüenza de lo que está sucediendo en mi país. Acepto, pues, hacer un bis del Va, pensiero, no es sólo por la dicha patriótica que siento, sino porque esta noche, cuando dirigía al Coro y decían eso de… un país, tan bello y perdido, que pensé que si seguimos así, vamos a matar la cultura sobre la cual se construyó la bella Italia y, en ese caso, estaría en verdad bella y perdida. He callado durante años, ahora quisiera darle sentido a este canto y por eso les propongo que se unan al coro y que todos cantemos Va pensiero…
Toda la ópera de Roma se levantó y ese fue otro momento mágico. Esa noche Nabucco fue el pretexto para poder declarar y llamar la atención a los políticos y, lo mejor de todo.
Después de ver este suceso, emocionado y agradecido con la tecnología que nos permite compartir esta experiencia, les sugiero que lo vean y si no pueden hacerlo desde su oficina, anoten la dirección y véanlo después, que Roma bien vale una misa.
Publicado por Martin Casillas
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Un abrazo.
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